Aquella mañana teníamos previsto subir al fuerte de Amber a lomos de elefante, por la mañana llegó el guía a buscarnos al hotel y nos dijo que se veían obligados a suspender la excursión porque era Holi y no había elefantes disponibles (los estaban poniendo guapos para la fiesta), además nos hizo la recomendación de quedarnos en el hotel porque no era muy aconsejable que anduviésemos por las calles de Jaipur en pleno festival de Holi.
Desoyendo sus consejos nos dirigimos a la calle, nada más salir del hotel se nos acercó un hombre y se ofreció para hacernos de guía, tras el regateo habitual llegamos a un acuerdo y nos montó a los siete en una moto rickshaw, lo que nos pudimos reír, pero el que más se reía era nuestro guía improvisado, ahora sé que en Holi se bebe una bebida a base de bhang (marihuana).
Pasamos todo el día recorriendo las calles de Jaipur, saltando y corriendo entre sus gentes, nos pintaron de todos los colores, compramos polvos y también nosotros pintamos a todo el mundo al grito de ¡Happy Holi! Pero además nos dio tiempo a recorrer la ciudad y hasta hacer alguna compra. En un momento de la visita nos llevó a ver un templo donde sus gentes nos bendijeron por holi, aunque aquí fue de otra manera, con más paz, era un templo abierto a la calle, nada que ver con los que se suelen ver en las visitas programadas.
Cuando llegamos al hotel nos fuimos derechos a la ducha, tuvimos suerte porque solo era polvo de colores, no había ni gota de agua en las calles, y quedamos limpios y bendecidos para toda la primavera. Desde luego esta fue la mejor de las experiencias de nuestro viaje a la India.
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